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La barrera cutánea


El cuidado de la piel no se trata únicamente de mantener su apariencia de suavidad y tersura, sino que es importante poder asegurar su plasticidad y conservar la integridad de la barrera cutánea.

¿Cuál es la función de la barrera cutánea en nuestra piel?

Como el órgano más extenso del cuerpo humano, nuestra piel nos protege tanto de los efectos mecánicos y externos, como así también de los físicos, químicos y microbianos. Estas funciones son realizadas a través de su impermeabilidad, resistencia y flexibilidad. Asimismo, actúa en mecanismos más complejos como la regulación de la temperatura corporal a través de las glándulas sudoríparas y los capilares.

¿Cómo está constituida la barrera cutánea?

Su estructura anatómica está formada por la epidermis; la dermis, además de los vasos sanguíneos, linfáticos, filetes nerviosos, diversas células con funciones inmunológicas, glándulas sudoríparas, folículos pilosos junto a glándulas sebáceas y receptores sensoriales. Más profundamente, la hipodermis, que es tejido graso con vasos sanguíneos y linfáticos, y troncos nerviosos.

La función más importante de la piel es la formación de una barrera cutánea (BC) entre el interior y el exterior del organismo. Esta barrera se localiza principalmente en el estrato córneo, compuesto por células ricas en proteínas y lípidos intercelulares.


¿Por qué es importante mantener la integridad de la barrera cutánea?

La capa córnea es una efectiva barrera de permeabilidad: impide la penetración de sustancias nocivas, agentes químicos, microorganismos y alérgenos. También minimiza la pérdida de agua a través de la piel. 

La piel tiene dentro de sus funciones, cumplir el papel de barrera cutánea (BC) principalmente en dos sentidos: evitando la pérdida de agua y electrolitos y bloqueando la penetración de moléculas indeseables o nocivas desde el medio ambiente. Cambios en el medio ambiente, el envejecimiento, el stress, la raza, la nutrición, y diferentes patologías alteran la barrera cutánea, desencadenando un proceso inflamatorio o metabólico, dando lugar a un engrosamiento de la piel o a un proceso anormal de la queratinización, con descamación, trastornos de los lípidos y la aparición de la clásica piel seca.

Extraído de Revista Conexión Nº 22

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