En principio es importante aclarar la diferencia entre hidratación y humectación de la piel, ya que si bien son conceptos similares no significan lo mismo. Hidratar es brindarle agua a la piel, en cambio humectar significa retener la humedad que hay en la piel. Por lo tanto, cuando humectamos estamos evitando que se evaporen los líquidos y colaborando a que permanezcan en la piel.
Mantener la piel humectada es de suma importancia para que pueda desempeñar sus funciones en totalidad y también para que luzca sana. Esto es porque la piel es un órgano que precisa el agua para mantener su elasticidad y conservar la integridad de su función de barrera.
La secreción normal del sudor y el agua que viene de las capas más profundas de la piel (agua transepidérmica) mantienen la humedad de la piel. Pero cuando se pierde agua hacia el exterior, esta humedad natural puede verse disminuida dejando la piel seca, frágil y áspera. Además, este déficit de agua aumenta la posibilidad de enfermedades cutáneas y hace más visibles las arrugas en la piel.
Factores que colaboran con la deshidratación cutánea y que no cooperan con la humectación de la piel: